
El escritor húngaro Imre Kertész falleció hace apenas un año. Fue superviviente a la deportación a Auschwitz y Buchenwald. Un hecho que le sobrevino cuando tenía quince años. Tras semejante experiencia se dedicó al periodismo, la traducción y la escritura. En 2002 ganó el premio nobel de literatura, la academia sueca basó esta elección en que su obra “enfrenta la frágil experiencia del individuo contra la arbitrariedad bárbara de la historia.”
Imre Kertész tardó diez años en escribir Sin destino. ¡Diez años! Es obligatorio hablar de una obra semejante desde el absoluto respeto y la profunda admiración.
Estamos ante una novela testimonial sobre la experiencia vivida. Sin embargo, no está escrita desde la autobiografía. El autor asume la mirada de un personaje: György Köves, un joven que narra en primera persona y desde la distancia su paso por Auschwitz, Buchenwald y finalmente Zeitz. Esta perspectiva le permite retratar junto a la percepción del chico a “gente a la que no sólo se le arrebató la vida, sino que también perdió toda ambición, todo destino, la razón, el deseo. Todo.”
Los primeros pasajes de esta novela nos disculpan la falta del chico a la escuela por “razones familiares”, en concreto, que su padre ha sido destinado a trabajos obligatorios. Este último día de despedida parece vaticinar lo que después termina sucediendo.
No obstante el desapasionamiento y la frialdad que muestra dejan al lector algo descolocado. Esa distancia choca más si cabe cuando termina trabajando fuera del gueto judío en el que vive y la policía detiene el autobús en el que se dirige a su actividad.
Algo está sucediendo, algo que escapa al conocimiento y a lo “esperable” para el chico. Ese carácter insólito le hace detenerse en cada pequeño detalle y admirar la apariencia de alemanas sospechando del resto. Una deportación que parece una aventura y como tal, la vive alegremente hasta dar de frente con la realidad.
Veía bien sus caras, el color de sus ojos y de sus cabellos y otros rasgos personales, sus defectos, alguna que otra mancha en la piel; aquellos detalles tan humanos me hacían dudar: “¿Serían parecidos a nosotros en el fondo, estarían hechos de la misma materia?” Enseguida me di cuenta de lo equivocado que estaba, yo no era como ellos, claro que no.
Será llevado a Auschwitz, un campo de exterminio, un lugar donde apenas pasa tres días pero en el que el ritmo se enlentece a conciencia. Como afirmaba el propio autor, los primeros veinte minutos en un campo lo determinan todo. De ahí la necesidad de detenerse y observar.
La breve estancia en este primer destino termina con el traslado a los dos campos de trabajo (antes mencionados). Los hechos se suceden y la monotonía como preso comienza a pesar en el ánimo del joven.
Sin destino es un libro sobre el holocausto que huye de dramas y sentimentalismo. Este carácter aséptico, la sencillez de su narración, la ironía entre sus líneas y la capacidad de Kertész para imprimir hondura en los hechos más cotidianos hacen de la obra un relato inolvidable.
En este periplo György halla una paradójica interpretación, algo que no se termina de captar hasta concluir la lectura. Ese final es el colofón para una novela imprescindible.
Pero no exageremos, es ese el problema: estoy aquí y acepto todas las premisas con la condición de seguir vivo.
14 Comments
Cogí de la biblio un libro de este autor, creo que este mismo que reseñas, para estrenarme con el autor al que no conocía, y lo descubrí con una menciónen otro libro. Lo leeré en breve antes de devolverlo a las estanterías bibliotecarias. Creo que puede gustarme esta triste y dura historia.
Besos
Qué casualidad. A mi me encanta lo de ir saltando de referencia en referencia según lo que voy leyendo, es como conectar los puntos cuando eres pequeña. Es un libro estupendo, seguro que lo «disfrutas» aunque hablemos de un historia dura 🙂
Besos
Ya sé que sabes lo que voy a decir, sí, a veces das miedo. Pero vamos, que no. Que entiendo perfectamente que escriba desde fuera, como para volver a meterse ahí, se sale una vez pero ¿dos? Pero ni aun así me subo yo a este tren. Voy a hacer como que no he oído lo de imprescindible. Porque también he oído lo de inolvidable y para eso ya tengo el chal del año pasado.
Besos de nieta declarada en rebeldía.
Tampoco creas que estaba convencida en inmiscuirme, la literatura sobre esta temática la tomo a sorbitos, más aún si sabes que el libro está basado en una experiencia personal. De todas formas no descarto otros títulos relacionados, no creas que se me ha pasado esta fiebre (y del autor también buscaré otros).
Jajajaja, corramos un tupido velo, como si nada hubiera ocurrido para ti.
Besos de abu sin chal
Hola amiga,
Este libro sí que quiero leerlo. Lleva en mi lista de pendientes mucho tiempo y ha subido puestos últimamente. Por tu recomendación y también por la de Santiago Posteguillo (hace referencia a el en su último libro)
Un beso
Hola amiga
Eso ya le da más puntos aún, a mi también me ha pasado lo de llevarlo pendiente mucho tiempo y si es palabra de Posteguillo, subraya bien ¡que no se diga!
Besos
Jesús bendito, vaya tela el libro que nos traes. A mí estos testimonios aunque sean a través de un personaje me encantan. Me parecen demoledores pero profundamente admirables y por lo tanto debemos acercarnos a ellos. Me lo llevo tan anotado que esta misma semana voy a la biblio a ver si lo tienen. Besos
Del año pasado a este le he ido cogiendo más interés a leer biografías, testimonios y ensayos. Por supuesto las novelas me siguen encantando pero estas lecturas aportan mucho. Imagino que darás con el libro en biblioteca, está hasta en la pequeñita de mi barrio (que te seguro no tiene un catálogo inmenso). Espero a que lo leas y comentamos 🙂
Besos
Diez años parecen muchos, pero teniendo en cuenta la historia que cuenta podrían parecer hasta pocos. Revolver los recuerdos de algo que te habría gustado olvidar desde el primer momento no tiene que ser nada fácil. Tomo nota del título, que me has dejado con las ganas.
Besos!
Exacto, son diez años que parecen mucho pero también entiendo que le llevara. No es contar cualquier cosa, supongo que conectar con la experiencia y querer desde esa distancia es un esfuerzo triple. Si te animas a leerlo ya me dirás que te parece.
¡Besos!
¿10 años?
¡Qué dura esta historia!, ¿verdad?
No la conocía, pero me lo apunto, sin dudar.
Besotes.
Es dura cuando te paras a analizar también que motivó su escritura, etc. En sí el libro no es de los que «hacen daño», mantiene cierta distancia y supongo que eso le da un efecto aún más demoledor. Realmente para mi lo impresionante es como cierra y como va fluyendo su lectura. Ya verás, ya.
Besitos 🙂
Lo dicho, ahí lo tengo desde que lo recomendó Isabel, especializada en la materia. Ahora vines tú con la reseña, y en septiembre Posteguillo también habló de él. Señales. Por cierto, la librera me recomendó completarlo con un documental que tengo también apuntado. Besotes.
Pues ya sabes, señales que no son para andar mirando a las musarañas. Te preguntaré como se llama el documental, si es propiamente del libro o que. Me gustaría verlo. Ya sabes que no es un periodo histórico en el que yo me detenga mucho pero me apetece saber más.
Besotes socia