El tiempo puede ser un quebradero de cabeza. Desde pequeños se nos advierte sobre la importancia de gestionarlo, con buena intención: no sea que malgastemos nuestra existencia en cosas «poco relevantes».
Una presión que en ocasiones desemboca en reacciones de estrés. Para interesados en este tema hay opciones y para profundizar en la respuesta fisiológica, recomendación: ¿Por qué las cebras no tienen úlcera?.
Para el resto, mortales y lectores, en concreto para aquellos que dedican unos minutos a este post, les sugiero destinarlo a esto mismo: lecturas.
Siete manuscritos donde el discurrir del las horas importa ¡y mucho!.
“Invertimos” el tiempo (en disfrutar) y le damos un papel de coprotagonista.
Tic, tac
Cómo vivir con veinticuatro horas al día (Arnold Bennett)
Tomaremos en nuestras manos un programa de pasos, sí, suena a dieta milagro o a solución mágica, pero es totalmente serio. Bennett tiene algo por contarnos y para ello hace uso de un humor delicioso, un desparpajo sorprendente y apelaciones directas. Un programa que admite a cualquier tipejo bienintencionado, lector, no lector, amante del arte o fugado de todo evento cultural.
Este libro es un divertido ensayo de apenas cien páginas cuyo beneficio está garantizado, sonrisas inclusive.
Ubik es una novela con lenguaje y mundo particular. Philip K. Dick se apoya en los aspectos tangibles de la realidad para desvariar un poco y volver loco al lector buscando respuestas. La inestabilidad en el espacio-tiempo nos desorienta pero el humor satírico nos mantiene contentos y leyendo.
Tintes futuristas, transposiciones al pasado, crítica velada al sistema de vida capitalista y en las creencias en el más allá.
Ciencia ficción que te hará olvidarte del mundo unas horas.
Veinticuatro horas en la vida de una mujer (Stefan Zweig)
No podía faltar uno de mis autores predilectos: Zweig. La historia comienza en un hotel próximo a Montecarlo donde un grupo de personajes burgueses pasa unos días plácidamente. Una de las mujeres que por allí asoman (Madame Henriette) protagoniza un sonado escándalo al marcharse con un joven también hospedado en el hotel y apreciado por todos hasta ese momento. Lo siguiente es el desato de habladurías, los juicios y justificaciones a semejante hecho.
Tal y como se expresa en la sinopsis ¿Puede usted realmente excusar una conducta tan atolondrada y liviana en una mujer que, además, no es ya una jovencita y que siquiera por amor a sus hijas hubiese debido preocuparse de su propia dignidad?.
Veinticuatro horas por vivir.
Jake Epping se emociona al leer la redacción sobre «El día que cambió mi vida» de uno de sus alumnos. Días más tarde un amigo le confiesa un secreto: Ha encontrado un agujero por el que viajar en el tiempo, en concreto a un día de 1958.
Nuestro protagonista no sospecha que su amigo le va a pedir un enorme favor: Evitar el asesinato de Kennedy, porque tal vez y sólo tal vez, esto suponga una mejora significativa para la vida de muchos otros y de paso deshacer algunas calamidades que nunca debieron ocurrir.
Si te apetece viajar en el tiempo, este es tu DeLorean.
El tiempo que nos une (Alejandro Palomas)
Una novela de lazos familiares, una saga de mujeres, una historia de emociones. Hay tristeza. Mucha. Hay momentos de encogimiento. De absoluto fastidio por hacer jugarretas de ese tipo. Pero también hay esperanzas. Avances. Pequeñas victorias. Sonrisas fugaces. Efectos sorpresa. Hay vida, mucha vida en el libro de Palomas pero también mucho de lo que no gusta encontrar en ninguna vida.
El tiempo se dilata, se paraliza, se encoge, pero las emociones no cesan.
Los millones de Brewster (George Barr McCutcheon)
Monty Brewster se nos presenta como un bien ganancial en los círculos más exclusivos de Nueva York. Un buen partido cuya vida se transforma cuando fallece su abuelo y hereda un millón de dólares. La sorpresa es que poco después recibe otra herencia, esta vez de un tío apenas conocido.
El joven Brewster podrá disfrutar de siete millones de dolares si y solo si, en el plazo de un año liquida el primer millón heredado.
Una auténtica contrarreloj donde el protagonista lo pasa regular, el lector muy bien y el autor gana una apuesta.
Alicia en el país de las maravillas (Lewis Carroll)
No podía faltar en esta propuesta temporal el clásico de Alicia en el país de las maravillas y Alicia a través del espejo.
Un icónico conejo blanco corriendo, preocupado, preso de un reloj y una Alicia que lo sigue, una Alicia que cae por el agujero.
¡Adiós mundo real!
Y tú,
¿qué lecturas propones para «invertir» el tiempo?
16 Comments
¡No, no te vayas!
Bueno, ve un poco pero luego vuelves ¿eh?
Me has adelantado por la derecha, has puesto mi Biblia, 22/11/63, pero te dejo otro que relacionado con el tema tiempo y cómo en poco puede cambiar mucho y en mucho no cambiar nada, es Las horas, de Michael Cunningham. Y otro que también podría servir es Relojes de hueso aunque ese ya haya pasado por aquí, de David Mitchell.
Me gusta el de Brewster.
Besitos de nieta atemporal.
Ya he vuelto, me ha costado, no creas. Me pongo al día en estos días 😉
El tiempo no está de mi lado y no llego a todas partes pero todo se andará.
Por la derecha no podía faltar esa «biblia» en elranking ¿verdad? Pensé que no lo perdonarías, jeje.
¿Sabes que sigo pendiente de ese Cunningham? Te cojo el relevo y espero ponerme más pronto que tarde con él. Relojes se se quedó fuera por ese motivo pero estuvo bailando el agua a esta entrada. Estamos en onda, nieta.
Brewster es para pasar un rato ameno y divertido, presentados quedáis.
Besitos de abu ajustando manecillas.
¿Te vas del mundo real? ¿Y hace más fresquito ahí donde tú estás? Porque me voy contigo! Sobre estos libros, salvo el de Zweig, porque lo leí hace ya tiempo, los tengo pendientes todos. A ver cuándo saco tiempo para ellos!
Besotes!!!
Definitivamente hace más fresco en ese otro mundo, si me apuras un frescor necesario. Así que coge tus cosas y vente ¡cabemos todos!
Como ya has ganado una al tiempo, solo te falta seguir «invirtiendo» (y leas lo que leas, esté o no en esta lista, bueno será).
Besotes 🙂
No he leído el tiempo que nos une, pero pondría en esta lista cualquier libro de Alejandro Palomas 🙂
En cuanto a Alicia, lo siento, pero no puedo coincidir, es un personaje al que no le tengo demasiada simpatía. No me gusta…
Besos!
Como dice Meg, el efecto de estar «palomizadas» (me apetecía rescatarlo porque fue el primero que leí suyo y no quería que lo borrase el tiempo).
Me alegra de que traigas a Alicia a la palestra, no eres la primera que lo dice, ella, como personaje (en los libros sobre todo) tampoco me simpatiza pero si me parece que Carroll aporta de forma velada muchas ideas a tener en cuenta.
¡Besos!
Solo he leído el de Palomas. El de zweig ya está en mi lista. Apunto ‘Los millones de Brewster’ que me ha llamado la atención y creo que pude resultar divertido. Propongo ‘La mujer del viajero en el tiempo’ de Audrey Niffenegger. Y reivindico más tiempo para invertir mi tiempo.
Un abrazo
El de Brewster es divertido, sirve para «invertir» el tiempo y salir con buen talante (algo que no se debería escatimar hoy en día).
El de Niffenegger lo tengo borroso en mi cabeza, lo leí hace ya mucho (creo que eso significa que debería volver a leerlo, está en el punto justo, gracias por «refrescarlo»). Suscribo tu reivindicación ¡sin duda!.
Un abrazo
Y qué razón tienes…
Invertir tiempo en lecturas es invertir en vida, en futuro, en cerebro, en salud, en mil cosas. Pero siempre orientando la lectura a la paz que conlleva y no a estrés, ya que muchas veces, a mí me pasó hace un tiempo, quería leer tanto y tanto que al final lo veía como una obligación y no como un placer, hasta que dije, eh, hasta aquí. Leo lo que quiero y cuando quiero. Y entonces sí, es una de mis vías de desestrés.
Has propuesto una selección de lo más interesante, aunque de todos ellos yo solo he leído dos, el de Zweig y el de Alicia, ambos en las mismas ediciones. Ese de Palomas lo tengo, aunque no le he hincado el diente. Volviendo a lo importante, sean los títulos que sean, LEER ES VIVIR. Fin.
Besos.
Es que leer con presión, uf, que malo es… a mi también me ha pasado, incluso a veces me lo pongo como «tarea» y no puede ser, o por lo menos no como yo lo entiendo, que es para «disfrutar».
Hay pocas cosas en las que se pueda invertir el tiempo que enriquezcan tanto como leer (pocas, no es la única) pero como dices, solo por quitarse estrés ya triplica su valor, jeje. Además es de lo más accesible.
Respecto a la selección, he intentado que fuesen libros diferentes y abordajes también distintos, como el tiempo, que es relativo. Como bien dices sobre todo a lo importante ¡LEER ES VIVIR! :)))
Besos
Que buen montón de buenas lecturas!
Tengo en mente Ubik para cuando esté con la mente despierta y el de Zweig del que me enamoré el año pasado.
Un beso
Ubik es divertido, ya verás, lo único es pillarle el hilo al inicio. Una vez dentro es imparable.
Zweig, fue el primero que leí dle autor, le tengo ese «cariño» a este libro, me ganó por su elegancia y por retratar las emociones como lo hace.
Un beso
Coincido al 100% con la elección de El tiempo que nos une de Alejandro Palomas. De los otros tomo nota del de King 😀
Muy bien, aquí sabía que a Palomas no le decías que no (y menos a este). Apunta en destacados a King, anda.
Besos
Me ha encantado esta entrada , ha sido una bonita forma de rescatar esos títulos. También me he acordado de cuanto trataste el tiempo en uno de tus cajones, y que aporté una canción y todo. En el de King espero no tardar en invertir mi tiempo. Un besote!
Pues sí, es lo que pasa, con tanta reseña y tanto apuntar nuevos se quedan relegados algunos buenos 🙂
¡Y es verdad!, hubo un tiempo con tiempo de cajón, es algo a lo que una no termina de encontrarle sitio.
El de King te gustará, estoy segura, así que a la inversión.
Besotes