«Lorelei se dirige a la caja-altar y abre la parte delantera. La foto muestra a Aoife, Örvar y a Lorelei con diez años […] Daría una fortuna por una reimpresión, pero no hay electricidad ni cartuchos de tinta para imprimirla, ni original del que reimprimir: los ineptos de mi generación confiamos nuestros recuerdos a la red»
Cuando empezó a hablarse de esta novela no pude resistir la tentación de hacerme con un ejemplar, en concreto fue una de mis adquisiciones por el día del libro. Observando el volumen decidí leerlo con alguien. Como cuando pretendes salir a correr, si lo haces en compañía los estudios demuestran que te comprometes, ea, busqué aliada y creerme, lo agradeceréis.
Con Ola de calor y fechado en 1984 empieza Holly Sykes a contarnos su historia. Apenas una adolescente que tras una disputa con su madre y el berrinche pertinente se va de casa así, sin más. Acompañamos en esta primera parte a la joven que se desengaña y comprueba que huir no es la mejor de las ideas. Por si no es suficiente, durante su escapada, desaparece su hermano Jacko, una ausencia que se hace profunda y calará por siempre en la lectura y en su protagonista. En Ola de calor una serie de personajes y sucesos serán determinantes del futuro que le aguarda, tanto, que cobrarán pleno sentido al final.
Las partes que se suceden en la novela se temporalizan en 1991, 2004, 2015, 2025 y 2043, y excepto en la última, serán otros personajes vinculados a Holly quienes nos sigan narrando sus propias historias. En definitiva, Holly es el hilo conductor pero cada cual aportará una perspectiva personal y una realidad diferente. La vida de un aprendiz de canalla, la del periodista de guerra, la del escritor e incluso un horologista (pseudociencia de la que no había oído hablar hasta esta novela).
Mitchell aporta continuidad a la novela pero realmente cada división podría plantearse como la lectura de un nuevo libro, como si fuese por entregas. Las conexiones están estratégicamente diseminadas (algunas se plasman en portada) casi invisibles y con el runruneo de ¿y con esto que pasa? Eso es lo que anima a continuar, desvelar qué late en el fondo de la obra, querer saber qué es pero con un miedo, el de si merecerá la pena.
No leí El atlas de las nubes, novela anterior, pero sí vi la película a la que caracterizaban sus flashbacks. El autor sigue jugando con el tiempo. De esta historia lo que más me sorprende es la capacidad de entretejer, de usar voces narrativas tan diferentes pero desenvueltas y la imaginación ¡bendita imaginación!. La mezcla de componentes puede precipitar resultados explosivos, Mitchell sabe hacerlo y así lo demuestra.
Visto así y con energía suficiente la lectura de esta historia promete sorprender, sobre todo por el encaje entre realidad y ficción, la ironía profética, el toque fantástico y su suspicacia, porque culminar, culmina con advertencia, como si después de tanto perspectivismo Mitchell nos dijera: nada está tan lejos de la realidad por mucho que miréis para otra parte.
Por concluir, para mi no fue un libro fácil, su lectura tuvo muchos de circunstancial y otro tanto de poca paciencia pero puedo afirmar que acabarlo merece la pena (persistan), que leerlo en compañía fue la mejor de las opciones, que incluso el personaje que más detestas puede pasar a ser tu favorito o al menos que eso fue lo que pasó conmigo, que al menos esta es mi opinión. Un libro que me resultó a ratos agotador pero de los más originales que leo desde hace tiempo.
«Un escritor flirtea con la esquizofrenia, nutre la sinestesia y abraza el trastorno obsesivo compulsivo. Tu arte se alimenta de ti, de tu alma y, sí, hasta cierto punto de tu cordura. Escribir novelas que merezca la pena leer te joderá la mente, pondrá en peligro tus relaciones y te dilatará la vida. Advertida quedas.»
David Mitchell (Relojes de hueso)
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