Alba editorial
Colección Rara avis
304 páginas
¿La alineación de los planetas? ¿el esquema de la osa mayor? ¿el destino y sus designios? No, fue Serendipia. Cualquiera no podía saltarse esta recomendación y más cuando se colocó en mi campo visual en el momento oportuno, yo no quería ¡fue él! (excusa barata de las 20:14).
El argumento me parecía llamativo y la frase: «George Barr McCutcheon escribió Los millones de Brewster (1902) por una apuesta» fue lo definitivo, porque de eso va, del vil metal y a mi me gusta el juego,, o ganar ¿a quién no? ¿he dicho que no soy competitiva? en todo caso, curiosa…
En contra del dicho popular: más vale pájaro en mano que ciento volando, asistimos a una contrarreloj para el uso y disfrute de mucho dinero. A la par, el autor escribió esta historia como apuesta con su editor, publicar bajo seudónimo y convertirse en éxito de ventas (no sé yo si a día de hoy esto lo harían muchos). Para conseguirlo nos plantea un argumento llamativo:
Monty Brewster se nos presenta como un bien ganancial en los círculos más exclusivos de Nueva York. Un buen partido pero también un joven apuesto sin tantas pretensiones como cabría esperar. Su vida efectúa un giro cuando fallece su abuelo y hereda un millón de dolares. La sorpresa es que poco después recibe otra herencia, esta vez de un tío suyo apenas conocido.
Abuelo y tío no tuvieron mucha cordialidad y parece que como última jugada propone este señor que el joven disfrute de ¡siete millones de dolares! si y solo si, en el plazo de un año liquida el primer millón heredado.
Es decir, Monty no debe tener bien alguno para percibir la segunda herencia, con algunas puntualizaciones en cuanto a su uso y disfrute pero sobre todo con la premisa de no contar nada a nadie. Expuestas las reglas del juego con un año por delante ¡que empiece la función!
Además de hacernos padecer in extremis por la trágica experiencia de gastar un millón de pavos, las artimañas del autor para embaucarnos son el empleo de capítulos breves, enredos varios, malos entendidos y un personaje que pese a su «buena fortuna» no desagrade en absoluto. La historia se sucede a buen ritmo y se elabora con toda naturalidad.
Colaboran un estilo pulido, sintético y una trama que atravesamos con intriga creciente, no solo la de saber como termina sino el qué más puede pasar. Ganancias y pérdidas revolotean haciendo el recorrido toda una noria de sensaciones. Los mejores momentos se producen al leer la correspondencia de albacea y joven Brewster, cargada de socarronería y mucha intención.
Aunque cataloguemos esta obra como ligera se nos plantearán cuestiones de calado como las prioridades, el estatus económico, nuestras relaciones sociales pero sobre todo la mirada de los otros -que podría ser la nuestra- (¿incomprensiva, envidiosa, interesada?). Multitud de ejemplos contemporáneos avalan que a persona adinerada la suspicacia le rodea.
Monty Brewster lo pasa regular en la novela, el lector lo pasa bien y el autor gana cien dolares.
Funcionó. Los millones de Brewster fue un éxito al ser publicada. ¿Azar, talento, suerte, envidia cochina? Juzguen y lean.
«Brewster se fue dando cuenta poco a poco de una cosa. Se había pasado al vida preguntándose de dónde iba a sacar el dinero para pagar sus facturas, pero jamás había pensado que gastar dinero pudiese ser tan difícil como ganarlo»
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