Definir ciertos términos no siempre responde a una tarea sencilla, existen ciertas palabras que adquieren vida propia, sentidos, sensibilidades y formas; según quien las pronuncia, quien las siente y quien las calla. De igual modo existen personas difíciles de descifrar, enigmáticas por lo que silencian y mordaces por lo que expresan, a las que quizás la única forma de llegar a comprenderlas es observando más y hablando menos. Personas de acción que cuando llega el momento solo puedes tener la certeza de haberlas conocido.
La puerta
Esta vez quien nos cuenta la historia la vivió en primera persona, esta vez la empresa fue ardua y en el refugio de escribir diluye culpas, recuerdos, impresiones y parte de lo que no se hablaba. Magda Szabó anuncia desde el principio:
La escritora (en primera voz en el libro) se rodea de la vida propiamente intelectual de su profesión y su categoría social junto a su esposo. Sin embargo, no deja de ser una mujer húngara con ciertas obligaciones para con su tiempo (la obra se publicó en 1987) y decide delegar parte de esas cargas más prosaicas en una mujer de la limpieza. Basada en su vivencia y desconociendo las partes puramente ficticias o realistas al cien por cien, lo cierto es que el lector es un asistente al espectáculo de una relación humana, que podría bogar entre los términos de amistad, avenencia e incluso fraternidad. Palabras de difícil precisión.
Sin embargo, para llegar a esas palabras hay que andurrear caminos hasta el dintel de una puerta. La puerta detrás de la cual Emerenc, la mujer de la limpieza, guarda lo que es y lo que fue ella. Una oquedad cerrada por mucho tiempo e inexpugnable para la gran mayoría. Lo incierto de atravesar ciertas puertas es que una vez abiertas las consecuencias se dispersan en los imprevisibles.
Con apenas diálogos y en un monólogo sostenido, en el enumerar de razones por los que se recomienda esta lectura podrían incluirse cuestiones como: la observación de un desequilibrio de estatus socioeconómicos y culturales, también podría decirse que hay una contraposición entre lo intelectual y la de inteligencia más emocional, o la reflexión sobre la fragilidad de los vínculos entre personas o el puro deleite en los niveles de apreciación que nos hace Magda Szabó en la intensidad milimetrada de lo ocurrido. En definitiva un catálogo de ganancias que pueden extraerse de su lectura y que podrían ir esparciendose para, entre otras, intentar ser colocada en vuestra lista de posibles. Pero si tengo que aludir al motivo por el que yo leería esta novela diré que por encima de todas estas razones, para mí, la definitiva es la que a veces se encarna en un personaje y se empapela en una novela.Y es con nombre y apellidos Emerenc Szeredás.
Emerenc la mujer de carácter fuerte, decidida, de controvertidos silencios y dardos a diana para con su señora, la compleja mujer de pañuelo en la cabeza, con aspecto a veces hierático y distante, pero con gestos que solo la serena humanidad alcanza, la que al cierre de sus páginas tú también habrás conocido y la que no me evoca mejor calificativo que Inolvidable, lástima que de usarla esta palabra se haga un poco más efímera.
«Cualquier definición sin una carga emocional resulta imprecisa» Magda Szabó (La puerta)
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