La conjura de los necios (John Kennedy Toole)

Posted: 28 agosto, 2018 by Marilú

Editorial Anagrama, 392 páginas

Las presentaciones sobran cuando hablas de títulos como “La conjura de los necios”. Para reseñarlo me aferro a un par de supuestos: 1) no seré la última criatura sobre la faz de la tierra que lo haya leído; y 2) extenderé la panacea de su lectura per saecula saeculorum. Amén.

John Kennedy Toole se quitó la vida sin llegar a publicar ninguna novela. Las circunstancias no están claras respecto a qué le llevó a ello. Se conoce que sus escritos fueron rechazados en numerosas ocasiones. Tras la muerte, fue su madre la que consiguió convencer a un editor para que leyera el manuscrito de esta obra. En el prólogo se explican los pormenores y se lamenta la pérdida de un autor excepcional.

“Mi organismo entero está aún agitado.”

Altivo, ególatra, petulante, Ignatius J Reilly es nuestro protagonista, un ser insufrible para concebirlo como amigo, prodigioso para descubrirlo en novela. Tiene treinta años, vive con su madre en un plano físico pero en otro lugar desde su talla intelectual. Aferrado a los referentes del mundo medieval y con autores de cabecera como Boecio, intenta encarar las desventuras de la sociedad moderna. Sin embargo, nada resulta sencillo para este personaje cuando su madre le insta a trabajar.

Hasta el momento su vida estaba destinada a escribir libros que no ven la luz y a reflexionar sobre la perversión hacía la que se dirige el estado actual de cosas. Una existencia que algunos tildan de parasitaria pero que él padece aquejado de problemas de “válvula” y una suerte peligros potenciales a evitar (por su bienestar y el de su labor).

Sus maneras y estilo de vida nos hacen pensar en alguien desadaptado y que, alucinado por su propio parlamento, se aleja de la realidad. Sin embargo, de forma conjunta, el resto de personajes que pueblan la novela otorgan credibilidad a la idea sustancial: vivimos rodeados de necios y necedades. Cuando no se cumple la máxima, también existe gente de poca moral y por completar, irreflexivos.

Sociedad, estado, política y moral reciben acusaciones con mayor o menor refinamiento por parte del antihéroe. Su autor despliega una precisión narrativa, un uso de voces y un empleo recursos (las cartas, los diálogos, el manejo de los tiempos, etc.) que bien valían su reconocimiento en vida (que lamentablemente no obtuvo).

“La conjura de los necios” es una válvula de escape a la rutina, una crítica ácida que incluso puede terminar en risas. También es una llamada de atención sobre aquello que concebimos como “lo normal”. Una suerte de novela que merece instalarse como rebelde clásico en nuestras bibliotecas y en la de todo lector de bien.

Al desmoronarse el sistema medieval, se impusieron los dioses del Caos, la Demencia y el Mal Gusto. Tras el periodo en el que el mundo occidental había gozado de orden, tranquilidad, unidad y unicidad con su Dios Verdadero y su Trinidad, aparecieron vientos de cambio que presagiaban malos tiempos. Un mal viento no trae nada bueno.

Emoción predominante: Diversión, nada hay de previsión en lo que sucede, no hay réplica que desmerezca.

Para cuando quieras desfogar sobre el absurdo

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11 Comments

  • Norah Bennett 28 agosto, 2018 at 12:49 pm

    Pues por mi parte sí que eres la última lectora pero no porque me haya adelantado sino porque no lo voy a leer. Y mira que de mano me podría gustar por el fondo del personaje que no la forma pero no sé, ni siquiera me has convencido con la comparación con Elling. Creo que es un libro de demasiado pensar. Lamento no ser una lectora de bien. Hoy me he puesto rebelde.
    La Ellingespera se está haciendo eterna, de vez en cuando entro en la web con inocente ilusión pero ni modo.
    Besos de nieta disgustada por no ser de bien.

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    • Marilú 28 agosto, 2018 at 2:44 pm

      Es un libro controvertido, vaya, que hay opiniones para todos los gustos respecto a él. Lo equiparo a Elling porque al final son esos personajes fuera de la «norma», que se comprenden a sí mismos pero al resto les cuesta. Aunque Elling, como sabes, es un cielo al lado de Ignatius. No hay tanto que pensar en la novela, es para reír en todo caso.
      Besos de Ellingespera

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  • Margari 28 agosto, 2018 at 5:25 pm

    Mucha sátira, mucha crítica en esta novela por lo que cuentas. Pero no me preguntes por qué, pero no me termina de llamar. No creo que llegara a disfrutarla.
    Besotes!!!

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    • Marilú 28 agosto, 2018 at 6:41 pm

      Hay que seguir los dictados de lo que a uno le apetezca leer, palabras mayores 🙂
      Besotes!!

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  • Viviana Ruth Centeno Martín 29 agosto, 2018 at 11:30 am

    El eterno pendiente…,pero llegará seguro.Una vez me ha gustado tu reseña ,motivo de sobra para que de este año no pase.
    Un abrazo

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    • Marilú 2 septiembre, 2018 at 12:53 pm

      Eso mismo me ha pasado a mi, de los que pasan pendientes media vida. Incluso de los que empiezas y dejas para más tarde. Lo bueno es que cuando ha llegado, ha sido para bien 😉
      Un abrazo

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  • Al calor de los libros 29 agosto, 2018 at 12:32 pm

    Lo leí hace mucho tiempo, el siglo pasado, así que poco recuerdo, tan solo que en aquel momento era una de esas lecturas casi necesarias.
    Un abrazo

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    • Marilú 2 septiembre, 2018 at 12:43 pm

      El siglo pasado 😀 pues ya ves que yo he tardado unos lustros más. Es una gran lectura, por eso creo que debería seguir leyéndose.
      Besotes

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  • Buscando mi equilibrio 4 septiembre, 2018 at 11:36 am

    Me llamó mucho la atención la foto que subiste al Instagram. A ver.. una portada con un bote de keptchup.. no es muy habitual que digamos, a no ser que leas la carta del Mc Donalds, jajjaja.
    No conocía nada del autor, no sabía nada sobre su suicidio, qué lástima.. Me alegro que su madre consiguiera que le publicaran.
    Lo anoto tb en mi wishlist.
    Besos.

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    • Marilú 4 septiembre, 2018 at 12:30 pm

      Es un clásico contemporáneo, la historia de su publicación tiene miga y el prota es un ser (despreciable) a conocer. Mira ese ketchup con aprecio.
      Un besote!

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  • RO 9 septiembre, 2018 at 7:37 pm

    Pendiente desde hace siglos, y ahí sigue, no por dejadez, sino por indecisión, un estado del que no logro salir. Besos.

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