El año del verano que nunca llegó (William Ospina)

Posted: 29 julio, 2016 by Marilú

Literatura Random House 

304 Páginas

De los muchos seres que conocemos muy pocos llegan a ser nuestros amigos, y todavía menos se convierten en amigos entrañables, que enlazaron su vida con la nuestra y con quienes vivimos desde entonces un destino común.

Dos amigos son dos seres que no han podido escapar a la magia, a la fascinación de un encuentro […]

Ayer, sin ir más lejos, estuve despotricando del verano y su pegajosa costumbre de hacernos sudar. Así que pensar en un año cuyo verano nunca llegó era cuanto menos tentador. No obstante, el periodo estival que nos ocupa asume elementos infrecuentes. Abandonamos playa pero no sombras.

Desde la teoría del caos se nos insiste en la máxima de que el aleteo de una mariposa podría producir una tormenta en Nueva York. Este efecto se basa en que una mínima discrepancia, por insignificante que sea, podría revolucionar un sistema que no atiende a la lógica, por ejemplo el clima. No lo digo yo. Lorenz propuso unas bonitas ecuaciones predictivas para llegar a la conclusión de que los reinos del caos son inescrutables. Es decir, que la exactitud convoca cuando a ella le parece.

Pues bien. La historia empolva 1816 bajo una erupción volcánica. El prodigio de la concatenación produce una noche de tres días, un frío abrumador y que los monstruos salgan a relucir. Por si no intimida lo suficiente les pondré nombre, Frankenstein y el vampiro ¿que comúnmente se le llama Drácula? Eso fue después, hablamos del originario.

En esa larga noche, el día del verano este que no llegó, varias personas coinciden en Villa Diodati, una señora mansión ubicada en Cologny, Suiza. Idílica por fuera, estremecedora si miramos lectura adentro. Lord Byron, Piercy Shelley, Mary Wollstonecraft, John William Polidori y Claire Clairmont, es el elenco de residentes.

A poco que sepamos de alguno de ellos podemos vaticinar una muestra del terror en estado puro. La obviedad es actual pero no cae en saco roto. Si el aleteo de una mariposa podría producir un tsunami (o a saber qué cosa en la otra punta del globo) ¿qué cambiaría del encuentro de esta gente?. La literatura nos lo cuenta, un cambio de rumbo, en sus vidas y en las nuestras, la leyenda pervive solo cuando encuentra quien la oiga.

Aquel día aleteó y para descifrar esa noche el autor del libro transita en su obsesión. El empeño le supone múltiples viajes con fines literarios que aprovecha para seguir indagando. Teorías y descubrimientos en primera persona pero también migajas de historia que desgrana en el orden que mejor le parece, lo anecdótico sorprende y lo demostrado produce reflexión.

Una lectura con una agilidad tremenda pese al calado que destila, junto al control del lenguaje que Ospina ostenta donde, además de curiosidades a tutiplen, domina el apasionamiento.

Si extendemos la materia durante años y no desfallece sino que hilvana, nacen libros como este. Un papel que traspasa, una energía. Eso es. Ospina se documentó, hizo las preguntas, encontró alguna respuesta, dudó. Si como lectores le pedimos al libro «que nos hable» como escritor la misión es hacerlo suyo.

El año del verano que nunca llegó es una lectura magnífica, una novela peculiar por el estilo en que resulta contada y por su juego entre luces y sombras. Con eso me quedo, todos los hilos, todas las ramas, todas los veranos que podría releer este libro que no acabó.

» […], si de todas las formas de provocar la muerte no se pueden aprender todas las formas de vivir y de provocar la vida; si al final no serán la misma cosa medicina y religión; si son susceptibles de uso médico el frío y el calor, el polen y el viento, escalar montañas y montar a caballo, mirar el mar o mirar las estrellas; si así como la peor enfermedad de una persona suele ser otra persona, acaso el mejor remedio para un ser humano no será otro ser humano.»

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