Tu amor es infinito (María Peura)

Posted: 1 septiembre, 2017 by Marilú

Editorial Sexto piso

206 páginas

El abuelito conoce las reglas, pero ahora no se acuerda de obedecerlas. Cruza la línea, entra en mi círculo. Grito que no tiene permiso para entrar, pero no me hace caso, no no, y entra de todos modos, camina sobre mí con las botas puestas, pisotea los girasoles amarillos hasta matarlos. Tras le abuelito solo queda negrura. Sólo negrura. 
Suelo dejar algún tiempo de reposo antes de sentarme a escribir una reseña, con Tu amor es infinitoeste protocolo deja de ser una opción y se transforma en necesidad. Desintoxicarse para articular, para saber qué decir. Un libro que pone al lector en guardia desde sus primeras frases, un título sobre el que te preguntas una vez comenzado si debes continuar. Parecía una broma pesada, tan explícito y desalmado que el único aliento está en comprobar que la cosa mejora, en pedir que la situación se arregle y que el horror de esta niña llegue a su fin. El lector se une con incomodidad, repudio y esperanza.
Nos trasladamos con Saraa, una niña de siete años, a casa de sus abuelos mientras sus padres arreglan el hogar. Una bonita forma de referenciar que el matrimonio atraviesa dificultades y prefieren que la niña no sea testigo y victima de las decisiones de sus mayores. Sin embargo, en vista de las circunstancias, flaco favor le hacen.
Presenciamos a través de los ojos de Saraa los abusos sexuales que padece y por si no es bastante, también hay maltrato. No es el primer libro ni el último que expone este tipo de problemática, punible y meritoria del mayor rechazo social. Sin embargo, lo que sucede precisamente por esta aversión, es que se obvian los hechos, se prefiere desviar la mirada, en un intento elusivo de no creer que es verdad.
Tu amor es infinito es un libro escrito con una delicadeza y lirismo extremo. Saraa utiliza toda su imaginación para escapar. En sus fantasías la naturaleza cobra vida. Flores, colores, vestidos, amigos imaginarios, bosques sin fin y plegarias, a los cercanos, a quien pueda escuchar. Apenas roza la felicidad y ante la barbarie entremezcla. Oímos su voz y en ocasiones la de otro personaje, cuya identidad desvelamos bien avanzada la media lectura.
Peura no justifica las acciones, no otorga un vengativo final, resulta coherente, realista, apaciguador. Restituye la alegría aunque el lector sospecha que algo inquebrantable queda ahí, una marca que espera, algún día cicatrice.
Esta escueta novela refleja los mecanismos que el ser humano emplea cuando no puede aguantar. La desvinculación con el propio cuerpo, la desrealización. También el sentimiento de culpa, la asunción por parte de la victima de los hechos a los que son sometidos, la vergüenza, el pavor a contarlo. No solo influye la coacción, sino que la victima, Saraa, llega a considerarse sucia, repulsiva, mala. Esto hace daño al lector, le conmueve, le revuelve las tripas, se asusta, porque alrededor hay gente capaz de detectarlo y no hace nada, entonces surge la rabia.
El coraje no se dirige únicamente al ejecutor, salpica a quien intuye y calla, presiente y silencia, percibe y se queda parado. Ese silencio culpable, ese silencio que envuelve al lector, que le arrincona para discernir el límite entre el miedo a admitir y el valor moral, ese silencio del que se siente participe por estar leyendo ahí. Una pérdida de la inocencia. La belleza que cuenta el horror.

«El miedo sale del vaso de refresco y se me derrama por la pechera de la camisa. Acurrucada bajo la mesa del zaguán, escucho a la abuelita rugiéndole al abuelito y al abuelito, a la abuelita. A Saraa la maldicen, a Saraa la difaman, a Saraa la destrozan palabras feas. No quiero ser Saraa.»

María Peura (Tu amor es infinito) 

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